piparras y guindillas
Como todos los pimientos pertenecen al género botánico Capsicum y su origen está en América. Al márgen de su aspecto, entre ellas presentan grandes diferencias en cuanto a la presencia o no de capsaicina y en qué proporciones esta se presenta.
La capsaicina es el componente activo del picante, a bajas dosis, estimula el apetito y la secreción de jugos gástricos, aumentando así mismo la motilidad gástrica e intestinal. Por vía externa es rubefaciente y revulsivo, con efecto analgésico.
Cultivamos y hemos cultivado una amplia gama de guindillas de muy diferentes procedencias y características pero queremos abrir este apartado con la piparra. De uso muy común en la gastronomía vasca: la piparra, que es una guindilla que no ofrece picor alguno.
Posee una textura carnosa, un sabor fresco y un elegante aroma a pimiento, o lo que es lo mismo a pirazina, el aroma de los pimientos. Este característico aroma hace que combine con hierbas de aromas frescos como el perejil, la menta, albahaca y el cebollino. Igualmente es perfecta para comer junto a tomate y aceite de oliva, pues resalta los matices ácidos y picantes. La piparra estimula el sabor y el apetito. Se recolectan a mano en la etapa óptima de desarrollo. No se cortan, sino que se dobla el pedúnculo (rabitos) por el extremo más cercano de la planta hasta partirlos, de esta manera se evita dañar el fruto.
La piparra es un buen potenciador del sabor natural, lo que las hace ideales para utilizarlas como acompañamiento cde legumbres, en ensaladas o con aceite de oliva y sal. Al no picar pueden comerse solas y fritas o salteadas son un excelente aperitivo.
Tienen propiedades que ayudan a combatir el colesterol, el catarro bronquial, los ácidos, el dolor de lumbago y los dolores gástricos. Actúan como analgésico si se comen con cierta frecuencia. Destruyen algunos hongos o mohos y mejoran la digestión al quemar las grasas durante ésta.
Indicado para anorexia, dispepsias hiposecretoras, meteorismo. Han formado parte de la dieta humana en América desde al menos el 7500 a. C y a diferencia de otras plantas comestibles provenientes de América, que tardaron décadas en ser aceptadas por los europeos, las guindillas conocieron una rápida difusión mundial tras su introducción en España por Colón en 1493.